Sábado 30 de Noviembre de 2013
Cuna de la civilización y ejemplo de convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes durante siglos, Siria muestra hoy su contracara y ofrece al mundo una nueva generación de cristianos mártires, en el marco de un conflicto complejo en el que "una palabra de más puede provocar una bomba en un iglesia".
Con ese dramatismo y cautela lo expone el arzobispo de la Iglesia Siriana Ortodoxa en Argentina, monseñor Crisóstomo Juan Gassali, en una entrevista con Télam en la que repasa la situación actual de los cristianos en esa región.
"La humanidad necesita rendir cuentas por las calamidades vividas en Siria, un verdadero desastre humanitario", advierte con tristeza pero sin resignación.
Persecución, terrorismo, asesinato, destrucción, emigración forzosa, martirio y muerte: parece la suma de todos los males pero son los conceptos con que la iglesia siriana resume la trágica situación que atraviesan los cristianos desde que se inició el conflicto hace casi tres años, que ya costó la vida a más de 100.000 personas, según la ONU.
"Los acontecimientos que ocurren en las provincias de Alepo y Homs son terriblemente graves y, lejos de disminuir en su intensidad, se incrementan" relata el arzobispo, y pone como ejemplo que en los últimos días -en la ciudad de Saddad- "se masacraron cristianos con el resultado de 45 muertos, casas destruidas y una sensación general de horror".
En Alepo, una de las provincias sirias más afectadas, "se producen choques permanentes entre fuerzas rebeldes y gubernamentales generando más caos".
Ante el panorama incierto que podría provocar un éxodo masivo de cristianos -casi medio millón ya fueron desplazados dentro y fuera del país- y la reciente exhortación del papa Francisco a "no resignarse a un Medio Oriente sin cristianos", Gassali -como hombre de fe- no pierde la esperanza y el optimismo.
"El cristianismo vivió persecuciones en distintas etapas de la historia. La iglesia, con la sangre de sus mártires, salió más fortalecida y victoriosa, pues comparte el cielo, la vida, el evangelismo y el martirio de nuestro resucitado Señor Jesucristo", dice en una entrevista en la iglesia San Efrén, del barrio porteño de Villa Ortúzar.
Según datos de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), ya suman más de 2 millones los sirios refugiados en países vecinos, de los cuales el 52 por ciento son niños y jóvenes de hasta 17 años que algunos analistas ya definen como la "generación perdida".
El arzobispo sirio -que vive desde hace siete meses en Argentina y antes experimentó en carne propia el drama humano de la guerra- explica que "los frutos del caos han ido creciendo desde hace mucho tiempo", y "el número de rebeldes y grupos que se han incorporado generaron mayor confusión en la población".
Se refiere de esta manera a la intervención de fundamentalistas islámicos, yihadistas, y mercenarios extranjeros que fueron acrecentando el espiral de violencia.
"Como consecuencia de esta situación se desconoce quién provoca la agresión -como las lluvias de misiles- sobre los cristianos y la sociedad en general", indica y pone la lupa sobre cómo los símbolos cristianos también "fueron víctimas de esta anarquía" y más de 30 iglesias fueron destruidas por los misiles.
Con dolor, Gassali se detiene particularmente en los daños provocados en la venerada Iglesia del Sagrado Cinturón de Santa María, un histórico templo en Homs realizado sobre una construcción subterránea del año 50 que, según la tradición local, tiene en custodia el cinturón o correa de la Virgen María, la madre de Jesús.
También hubo cientos de casos de cristianos que debieron convertirse al islam amenazados de muerte si no lo hacían o, en un hecho que aún genera preocupación y dolor: el secuestro de los obispos, el greco ortodoxo Boulos al-Yazigi y el sirio ortodoxo Mar Gregorios Yohanna Ibrahim, de los que se desconoce su suerte.
"Seguimos reclamando por su pronto regreso a sus iglesias. Se están realizando a nivel nacional e internacional profundas tareas para lograr su retorno, pero no contamos con información oficial sobre su paradero", admite.
El arzobispo participó recientemente en Beirut del sínodo de la iglesia siriana ortodoxa de Antioquía que en una declaración final, expresó su "pesar y dolor" por la situación de los cristianos en Medio Oriente.
"Fueron demolidas sus instituciones y las familias se vieron obligadas a emigrar, desplazadas de sus tierras ancestrales, se produjo la violación de sus símbolos. Muchos se vieron obligados a cambiar su religión. Son víctimas inocentes de estas tragedias y abusos citados y de muchos otros. Pedimos compasión y asistencia para sus seres queridos", afirmaron en el documento.
También pidieron a los cristianos perseguidos "paciencia y perseverancia en la oración, a pesar de todos los sacrificios que ya han hecho, impuestos por la fuerza, para mantener su historia, su patrimonio y su fe, credo e idioma siríaco, lengua sagrada de Jesucristo, lenguaje de la antigua Siria".
Finalmente, Gassali destaca particularmente la intervención que el Papa argentino Jorge Bergoglio viene teniendo y su convocatoria mundial a una jornada de ayuno y oración en el mes de septiembre, que para muchos se convirtió en un factor clave para detener una supuesta e inminente intervención militar de los Estados Unidos en la región.
"Las declaraciones del papa Francisco irradian amor y solidaridad, abrazan a las Iglesias del Medio Oriente y movilizan los corazones de los fieles con fe y esperanza. El Papa colabora a instalar la paz y no la guerra", sostiene.
