Lunes 1 de Julio de 2013
El equipo de Felipe Scolari dio cátedra ante su gente para humillar a una irreconocible España por 3 a 0 y quedarse con el título en el Maracaná.
Por Diego R. Sánchez
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Desde Río de Janeiro
Cuando están inspirados, te pintan la cara. La frase futbolera se cumplió ayer como lema establecido en el inmenso Maracaná, donde Brasil rindió honor a su rica historia: ganó, goleó y gustó para gritar campeón en la Copa Confederaciones, el torneo que sirve como antesala del Mundial del año que viene. Fue 3 a 0 sobre una España que no estuvo a la altura de las circunstancias y que sufrió una dura lección futbolística en Río de Janeiro.
Si había expectativa, ahora hay ilusión. De la desconfianza se pasó a la algarabía. Las sensaciones de los hinchas brasileños comenzaron a cambiar desde el minuto 1 del partido, cuando la "Seleçao" decidió poner de rodillas a la endeble y cansina España. El último monarca de planeta cayó rendido como pocos esperaban, en un duelo que no se condice con la actualidad que traían los dos equipos pero que puede marcar el camino a seguir para ambos.
Brasil ayer fue simplemente Brasil. Y en su casa pasó por encima a su rival desde lo mental, lo físico y lo futbolístico. Sorprendió de entrada. Cuando recién se estaban acomodando, el siempre oportuno Fred puso la punta del botín desde el suelo para hacer estallar el Maracaná, que pareció venirse abajo con un grito estremecedor, casi ensordecedor. Los dirigidos por Luis Felipe Scolari mostraban la chapa. ¿España? Se vio abrumada desde el vamos y nunca pudo imponerse sobre un adversario que la superó en todas las líneas. El local fue dueño y señor del partido. Por eso en 25 minutos le había creado no menos de tres ocasiones de gol a una selección europea que buscó asociarse, pero que nunca tuvo profundidad ni ideas claras para imponer su juego de toque. De todos modos, desde un buen control de balón generó su primera chance de peligro con un tiro de Iniesta que Julio César mandó al córner.
Aunque Brasil de contra metía miedo. Y Fred pudo marcar el segundo pero falló en dos oportunidades, una gracias a una excelente atajada de Casillas, que salvo en el mano a mano.
Lo que se festejó poco después como un gol fue la providencial salvada de David Luiz, quien a centímetros de la línea del arco evitó lo que era el empate de España cuando Pedro vencía la estirada de Julio César.
Y el que no hace en un arco, se paga en el otro. Fue así que Neymar con un tremendo zurdazo estampó el 2-0 para desatar una celebración digna del sueño de cualquier niño futbolero: hacer un gol y correr para abrazarse con los hinchas en la tribuna. Momento antológico en el Maracaná, que disfrutaba con euforia de una gran victoria de Brasil.
El anfitrión dio certeros golpes sicológicos, haciendo un gol al principio y otro al final del primer tiempo. Y, para variar, uno más en el arranque del complemento, cuando Brasil puso el 3-0 con una linda definición de Fred.
Fiesta en el Maracaná. Brasil goleaba al último monarca del mundo con una actuación como hacía mucho no tenía. "Ole, ole, ole" se escuchó ante cada toque "verdeamarelho". España, desdibujada, sufría como no le pasaba hacía largo tiempo. El conjunto de Vicente Del Bosque fue con vergüenza por el descuento, pero ni de penal lo encontró porque Sergio Ramos desperdició uno errando muy feo al arco. La cosa estaba mal para "La Roja". Tanto es así que Brasil pudo vapulear al último monarca del planeta fútbol de no ser porque se apiadó y bajó un cambio en el final.
Los minutos se fueron escurriendo con la impotencia de los europeos y el deleite de los brasileños, dentro y fuera del campo de juego. El Maracaná bramó de locura por la fiesta que armaron los hombres de Scolari, que impusieron el sello brasileño para levantar un nuevo título y posicionarse como candidatos a alzar dentro de doce meses la Copa del Mundo en su propio territorio. Brasil jugó como más le gusta y se divirtió bailando a un rival de peso, y lo hizo a puro "ole y ole".