Martes 11 de Febrero de 2014
Para el investigador del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la técnica descubierta recientemente para obtener células madre podría significar un gran avance en el campo de la medicina reparativa. Sin embargo, considera que el debate sobre la utilización de estas células debe continuar vigente.
Gustavo Sevlever (especial para Agencia CTyS)- En las últimas décadas se han utilizado distintos métodos para obtener células madre. El más reciente de ellos ha sido el descubierto por un grupo de investigadores estadounidenses y japoneses, que sometieron a una célula adulta a una situación de estrés disminuyendo su nivel de pH. Esto generó que los genes que la hacen pluripotente, que estaban “apagados”, se activen. A partir de este proceso, las células sometidas a este tratamiento vuelven a un estado parecido al de las células madre.
Las ventajas de este método son muchas. Una de ellas es su aparente eficiencia, lo que en estas técnicas es un valor agregado muy importante. Sin embargo, la supervivencia de las células todavía es limitada.
El experimento realizado por los científicos japoneses y estadounidenses sólo se ha realizado con células de ratones. Si este descubrimiento supera las barreras técnicas que hoy tiene (es decir, entre otras, que se pueda realizar en células humanas, y que se logre extender la vida de las células madre obtenidas), abre posibilidades sinérgicas en lo que se conoce como medicina regenerativa, y potencia la posibilidad de hacer una medicina de “reemplazo”.
La ciencia médica actual es farmacocéntrica. Hoy, las enfermedades se curan utilizando básicamente remedios y drogas, que son la base, junto a las vacunas y otras tecnologías, del componente curativo de la medicina. En cambio, este nuevo método, si resuelve los obstáculos que tiene, puede aportar mucho a la medicina reparativa.
Esta posibilidad potencial de poder fabricar órganos y tejidos a medida es, de hecho, el gran deseo que está detrás de todo esta tecnología. El nuevo procedimiento facilitaría mucho el proceso porque sería relativamente sencillo poder fabricar células madre del propio paciente y reparar el órgano o sistema afectado.
Esta no es la primera técnica para obtener células madre. Uno de los primeros procesos para obtenerlas era a partir de embriones que no se utilizaban en las clínicas de reproducción asistida. Las técnicas de fertilización asistida generaban varios embriones, pero sólo se implantaba algunos, de manera tal que, si alguna pareja no quería utilizar los restantes, éstos no cumplían su propósito inicial.
Este método para obtener células madre embrionarias generó un debate ético enorme, e incluso el presidente estadounidense George Bush llegó a prohibir en su país la utilización de fondos federales para la investigación con estas células.
En 2006, el grupo de investigadores japoneses, dirigido por el doctor Shinya Yamanaka, encontró una manera de producir células madre sin necesidad de utilizar las células embrionarias. Lo que hicieron fue introducir cuatro genes específicos en una célula adulta, a través de ingeniería genética. Lo que se obtenía entonces era una célula madre pluripotente inducida (iPS, por sus siglas en inglés).
La ventaja del método del doctor Yamanaka (Premio Nobel de Medicina 2012) es que no necesita de embriones, y las células madre que se obtienen son compatibles con la persona de la cual se extrajo la célula adulta. Sin embargo, también tiene sus riesgos, ya que alguno de los genes que se introducen en la célula adulta puede generar neoplasias.
A pesar de los avances logrados recientemente, el debate ético y moral sobre las células madre continúa en varios aspectos. Uno de ellos es el uso de embriones, mencionado anteriormente. Sin embargo, tanto la técnica del doctor Yamanaka como este reciente descubrimiento evitan el uso de embriones.
Pero hay otro debate que ha provocado mucha polémica y discusiones en el campo, y es la utilización de tratamientos médicos basados en células madre pero que no han sido aprobados o respaldados científicamente. Son muchos los países que llevan a cabo estos tratamientos, los cuales no han sido legitimados por los sistemas que validan científicamente los procedimientos médicos (ensayos clínicos).
No hay que olvidar que estas terapias son muy caras (implica gastos de viaje y de estadía en esos países), que requieren en muchas ocasiones del aporte de la sociedad civil y, sobre todo, pueden crear falsas expectativas tanto en el paciente como en su familia. Este es un debate ético y moral ineludible para la comunidad científica y la sociedad en su conjunto.
Gustavo Sevlever es doctor en Medicina por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).Es miembro de la Comisión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Además, es director del Departamento de Investigación y Docencia del FLENI, donde también es Jefe del Departamento de Neuropatología y Biología Molecular.
Fuente: Agencia CTyS