Miércoles 18 de Diciembre de 2013

Colombia con su presente y futuro atado a los diálogos de paz

  • Télam

La agenda política y social del país se movió al vaivén de las negociaciones de paz entre el Gobierno y las FARC. De su resultado dependerá no sólo la reelección del presidente Juan Manuel Santos, sino también el futuro de un país.

ACUERDO DE PAZ

Santos aspiraba a lanzar su campaña para la reelección con el acuerdo de pazcon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como estandarte, pero el 20 de noviembre tuvo que anotarse en esa carrera sólo con la esperanza de que el acuerdo que ponga fin a 50 años de conflicto se firme antes de las elecciones, convocadas para el 25 de mayo de 2014.

"Lo hago porque estoy convencido de que hemos avanzado lo suficiente y que por fin es posible llegar a ese futuro de prosperidad y de paz que merecemos todos los colombianos" y porque "es necesario terminar la tarea", dijo el mandatario al anunciar su postulación a la reelección.

ELECCIONES 2014

El ritmo de las negociaciones de paz también determina las estrategias políticas de las distintas fuerzas que competirán en las elecciones legislativas convocadas para el 9 de marzo.

En esos comicios será una figura central el ex presidente Alvaro Uribe, el más enconado adversario de las negociaciones de La Habana, quien se presentará como candidato a senador por su nuevo partido, una estructura que se evidencia como personalista a partir de su nombre: Uribe Centro Democrático (UCD).

Así, si el acuerdo de paz se firma antes de las elecciones y los tiempos lo permiten, el Congreso colombiano será escenario de intensos debates entre el derechista Uribe y los jefes guerrilleros que, se sabe, aspiran a ocupar escaños para seguir luchando por sus ideas en la arena política.

Las negociaciones de paz se realizaron sin la interrupción de la guerra interna. Sólo hubo dos ceses del fuego resueltos en forma unilateral por la guerrilla -el último vigente desde el 15 de este mes- y durante estos doce meses se registraron cientos de combates y bajas.

Ese estado de beligerancia interna marcó el compás a las negociaciones, seguidas con interés por la inmensa mayoría de los colombianos, que anhelan un acuerdo que en los hechos será un armisticio inicial de la construcción de una paz duradera que demandará varias décadas, según dijo a Télam Iván Marulanda, responsable del ambicioso plan oficial Preparémonos para la Paz.

Desde el anuncio mismo de las negociaciones con las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha reclamado sumarse a esa mesa, lo que fue puntualmente rechazado por el Gobierno, en el convencimiento de que un acuerdo arrastrará naturalmente al otro.

De todos modos, el Ejecutivo manifestó su disposición a emprender una negociación similar con esta organización, que al igual que las FARC está próxima a cumplir medio siglo de existencia. Para allanar ese camino el ELN liberó en los últimos meses a varios secuestrados que tenía en su poder.

En el año largo que llevan las negociaciones en la capital cubana, el Gobierno y las FARC han alcanzado dos acuerdos parciales en una agenda de seis puntos, y aunque el diálogo avanza a ritmo lento, lo conseguido hasta ahora da solidez al proceso.

El primer acuerdo, sobre tierras y desarrollo rural, fue anunciado el último 26 de mayo, y el segundo, sobre participación política, casi seis meses después, el 6 de noviembre, cuando Santos ya tenía encima la fecha legal para anunciar su candidatura.

Ahora el Gobierno y las FARC discuten la controvertida cuestión del narcotráfico, un fenómeno omnipresente desde fines de los `70 en la vida cotidiana de Colombia, que involucra y mezcla tanto a criminales como a guerrilleros, políticos y fuerzas de seguridad. Un negocio que mueve miles de millones de dólares y que tiene en Estados Unidos su principal mercado.

Santos suele repetir en sus discursos que su objetivo más ambicioso es conseguir una Colombia "sin conflicto y sin coca", y asegura en tono de campaña que "esa Colombia maravillosa es posible".

Las primeras encuestas favorecen al presidente con una intención de voto que ronda el 25 por ciento, insuficiente para evitar una segunda vuelta que se celebraría el 15 de junio de 2014.

Pese al anhelo de paz de los colombianos, un sector importante del electorado rechaza la estrategia que el Gobierno lleva adelante en los diálogos de paz en Cuba porque considera que se  están haciendo demasiadas concesiones a las FARC,
sobre todo en la evaluación de que se le está concediendo a la guerrilla una fórmula de "impunidad" por sus crímenes.

Ese sentimiento es capitalizado por Uribe, cuyo partido ya eligió como candidato presidencial a su ex ministro Óscar Iván Zuluaga, quien será el principal contenedor de Santos y ha prometido que si gana suspenderá el proceso de paz para someterlo a revisión.

Demasiados codos intentan voltear al tintero con que el gobierno busca firmar el acuerdo de paz. Y en caso de que se firme, muchos de estos actores serán duros obstáculos para que esa paz, que nacerá necesariamente frágil, se consolide y le permita a Colombia dar un salto cualitativo, tanto en lo económico como en lo social.


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