Martes 10 de Septiembre de 2013
Los actores Marilú Marini y Lito Cruz recrean esta historia que sobrepasa las barreras temporales. Genio, música y la vida misma, en un texto jugado.
La obra "33 variaciones", del venezolano instalado en Nueva York Moisés Kaufman, tiene un interesante desempeño de Marilú Marini y la mejor dirección que se le conoce a Helena Tritek en los últimos tiempos.
La gran actriz radicada en Francia está acompañada por Lito Cruz en el papel de Ludwig van Beethoven en una pieza que se ve en el teatro ahora llamado Metropolitan City, que tiene la particularidad de ofrecer en su otra sala una versión de "Amadeus", sobre Wolfgang Amadeus Mozart.
Dentro de la moda de recuperar figuras famosas del pasado y propinarles supuestas vinculaciones con la actualidad, el autor, nacido en Caracas en 1963 y autodefinido como "venezolano, judío y gay", imagina un diálogo entre el gran compositor y una estudiosa actual estadounidense.
La mujer en cuestión (Marini) tiene una hija vestuarista de teatro (Malena Solda) a la que no admira demasiado y al mismo tiempo sufre una enfermedad degenerativa que la llevará a la muerte, no sin antes finalizar un arduo trabajo sobre el compositor.
Se trata de buscar la razón de las 33 variaciones del título, que Beethoven efectuó sobre un vals considerado de poca monta, compuesto por el veleidoso editor Anton Diabelli (Rodolfo De Souza), para lo cual suspende durante un par de años la composición de su Novena Sinfonía.
Esa tarea se mezcla con las vicisitudes familiares de la dama, sus intentos de curación y el vínculo sentimental que entabla su hija con un asistente médico (Francisco Donovan) encargado del diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad.
En una segunda instancia la acción se traslada a la ciudad alemana de Bonn, donde trabaja una bibliotecaria al principio celosa en exceso y luego casi amiga (Gaby Ferrero, muy sutil) y esa cercanía geográfica traspasa los tiempos y reúne a los protagonistas.
Composición redonda
Además de la innegable seducción de Marini sobre la escena, hay una dirección ejemplar que dota a un texto lejano de la redondez de un ritmo adecuado acerca de esos seres separados por dos siglos pero con similares inquietudes sobre la existencia.
Justamente alguna escena que comparten Marini y Cruz carece de la verosimilitud requerida y con alguna torpeza como suponer que Beethoven tenga referencias sobre Piotr Ilich Chaicovski, nacido 13 años después de su muerte.
"Es que aquí estamos todos", dice a boca de jarro y enumera por sus nombres de pila a varios clásicos, como si en ese cursi espacio celestial hubiesen desaparecido las taras y las envidias de esos seres que conjugaban genio, petulancia y misantropía.
Además de la seducción innegable de Marini, a salvo incluso de la sobreactuación por su gama expresiva Cruz compone un Ludwig exterior, pesado, más pegado a la apariencia física que al alma del personaje.
Hay apreciables interpretaciones de De Souza -buena voz, buena presencia- y de Alejo Ortiz como el sufrido asistente del músico, en tanto el joven pianista Natalio González Petrich ilustra con gracia la trama con reconocibles pasajes.
Para agendar
La obra "33 variaciones" se ofrece en el teatro Metropolitan City, Corrientes 1343, miércoles y jueves a las 20.15, viernes a las 20.30, sábados a las 20 y las 22.15 y domingos a las 20.