Sábado 9 de Noviembre de 2013
El papa Francisco saludó y abrazó hoy durante más de una hora uno a uno a todos los enfermos que abarrotaron el Aula Paolo VI y tuvo una caricia, una palabra o un beso para cada uno de ellos, la mayoría en silla de ruedas.
Francisco Abraza a sus fieles. Foto: AFP
El pontífice argentino se reunió con numerosos enfermos y con miembros de la Unión Nacional Italiana del transporte por enfermedad a Lourdes y a santuarios internacionales (Unitalsi, en sus siglas en italiano) en el aula Paolo VI del Vaticano, con ocasión del 110 aniversario del nacimiento de la asociación.
Tras su discurso, el papa bajó del estrado y una gran avalancha de gente -en el aula se encontraban unos mil enfermos- se acercó a él poniendo a los servicios de seguridad vaticanos en aprietos.
Francisco sin inmutarse recorrió cada fila del Aula Paolo VI y saludó uno a uno a todos los enfermos, la mayoría de ellos en silla de ruedas, que lo abrazaron -algunos se aferraron a él con fuerza-, besaron y a los más graves les colocó sus manos en la cabeza durante un rato.
Muchos le entregaron cartas, le enseñaron fotos, le regalaron libros y le hicieron confidencias.
"Bendice a nuestros hijos", exclamaron algunos padres de niños enfermos.
Un menor de unos 8 años le entregó un solideo blanco que Jorge Mario Bergoglio se colocó en la cabeza y le regaló el suyo.
Ante el regocijo general y en un clima de emoción con muchas lágrimas, el papa, de 76 años, tuvo para todos, una caricia, una palabra o un beso, que reconfortó a los enfermos, voluntarios, monjas y peregrinos asistentes a la inmensa aula vaticana.
En su discurso dijo a los enfermos que no se avergüencen de ser "un tesoro precioso para la Iglesia" y que no se consideren solo un objeto de solidaridad y de caridad, sino que deben sentirse parte de pleno derecho de la acción apostólica.
"El contexto cultural y social se inclina más bien a esconder la fragilidad física, a considerarla solo como un problema", aseguró.
Para favorecer la real integración de los enfermos en la comunidad cristiana y suscitar en ellos un fuerte sentido de pertenencia, es necesaria una pastoral que les incluya en las parroquias y asociaciones, refirió.
Se trata de valorar la presencia y el testimonio de las personas frágiles y dolientes "no sólo como destinatarias de solidaridad y caridad, sino como seres integrados de pleno derecho en la vida y en la misión de la Iglesia", aseveró.
Vuestra presencia "silenciosa pero más elocuente que tantas palabras, vuestra oración, la oferta cotidiana de vuestro sufrimiento en unión a aquella de Jesús crucificado para la salvación de mundo, y la aceptación paciente y también alegre de la vuestra condición son una respuesta espiritual, un patrimonio de cada comunidad cristiana", concluyó el papa.